lunes, 21 de mayo de 2018

No entres en lugares extraños

     Nicolás y Paula estaban caminando por las oscuras calles de Berlín, Alemania. Ambos estaban aburridos, sin saber qué hacer.
     
     En una esquina por la que nunca habían pasado había un callejón al cual decidieron entrar. Estaba todo oscuro y había botellas rotas tiradas por todo el piso. Mientras Nicolás y Paula avanzaban, vieron salir una gran cantidad de ratas por una puerta al final del callejón. A pesar del miedo que sentía Nicolás debido a la situación, decidieron entrar.

     El lugar era enorme y estaba en penumbra, a excepción de la poca luz que entraba por las ventanas. Había frascos de vidrio rotos por todos lados, parecía un laboratorio, pero se notaba que le lugar había sido abandonado hacía mucho tiempo.

     Nicolás pasó sin problema alguno por la puerta, mientras que Paula debió agacharse debido a su gran estatura. Él tenía miedo, no quería seguir avanzando, pero ella lo obligaba a hacerlo.
En el fondo de la habitación se escuchaban pequeños ruidos extraños que provenían de un caja que se encontraba en una esquina de la habitación llena de mantas rotas y pintadas. Paula fue la primera en acercarse, estuvo a punto de abrir la caja cuando se escuchó un trueno, lo que la asustó y la hizo retroceder. Comenzó a llover y el viento empeoraba la situación. De un momento a otro se escuchó un golpe, y la poca luz que antes había, ya no estaba. Un árbol se había caído, tapando así la ventana de donde se encontraban. La caja se abrió de golpe, o eso es lo que habían preferido creer, ya que en realidad alguien la había abierto.

     Ambos se acercaron temblando a la caja, la tormenta había empeorado. Era una caja ni muy grande ni muy chica. En el fondo había una simple bola de pelos, pero se dieron cuenta de que no lo era, cuando saltó a la cabeza de Paula. Nicolás se quedó quieto, estaba en shock, la "bola de pelos" se había comido la cabeza de su mejor amiga, justo en frente suyo. Cuando logró reaccionar, el peludo monstruo se había ido.

     Nicolás salió corriendo a buscarlo. Gracias a los extraños ruidos, pudo seguirlo. Silenciosamente entró a la habitación donde ahora se encontraba el pequeño bicho. Logró observarlo con más claridad: Era redondo y peludo, de un color entre violeta y azul, y tenía unos grandes ojos color negro. No daba miedo, pero con solo recordar que se había comido la cabeza de Paula, Nicolás se horrorizaba. Como no sabía qué hacer, comenzó a mirar a su alrededor. Cerca de unas cajas había unos papeles tirados, en algunos de estos se encontraba una foto del monstruo. Nicolás aprovechó que el otro estaba distraído y se acercó a ver.

     Luego de un tiempo tratando de leer los papeles, descubrió cosas interesantes sobre aquel bicho. Se enteró de que se llamaba "Gremlin" y que se había generado gracias a un falla de experimentos, pero lo que más le interesó fue su punto débil. Un Gremlin, al mojarse, sentía como si su piel se quemara hasta morir. Nicolás recordó en ese momento la tormenta que había afuera, pero tenía un problema: ¿Cómo iba a sacra al monstruo?

     Luego de pensar, Nicolás lanzó una caja a la pared para llamar su atención. Cuando el gremlin comenzó a perseguirlo, el chico corrió hasta la entrada. El monstruo no era tan inteligente como decía en las hojas, ya que lo siguió sin dudar hasta la salida. Apenas el agua tocó su cuerpo, comenzó a sentir que se quemaba, no tardó mucho en derretirse y morir.

     El chico huyó de ese lugar, no quería saber nada más.

     Desde ese día no volvió a ser el mismo.

1 comentario: