"-Hace dos días se escapó un otta. Tiene aspecto de ornitorrinco sin cola, no le gusta mojarse y duerme de noche. Como es un animal salvaje, los rescatistas del zoológico salieron a buscarlo-".
Al otro día, Matías, un nene de ocho años, estaba con su abuela María en la plaza jugando. La pelota se le fue a los árboles y, cuando fue a buscarla, escuchó un ruido y se fijó que era lo que lo provocaba. Entonces, lo vio al otta. Por la posición que tenía, lo notó triste; decidió meterlo en su mochila y llevárselo.
Cuando llegó a su casa notó que tenía hambre; entonces, decidió buscar algo para darle de comer: la comida de su perro. Se la dejó sobre la mesa y el animal comió.
-Voy a llamarte Wawy- le dijo el nene.
Pasaron el día jugando y así, Matías descubrió que Wawy podía mover objetos con su mente.
Al cabo de unos días, Matías se dio cuenta de que al otta le cambiaba el color de ojos de acuerdo a su ánimo.
Un día, la mamá encontró al otta mientras Matías no estaba; se dio cuenta de que era el animal de las noticias y llamó a los rescatistas. Cuando llegaron y vieron el vínculo que se había generado con Matías, decidieron dejarlo ahí para que sea feliz.
